martes, 24 de agosto de 2010
REMEDIOS VARO
Nacida el 16 de diciembre de 1908 en Anglès (Gerona), España. Mostró desde pequeña una natural inclinación e interés por la pintura. Alentada por su padre ingresó en 1924, a la edad de 15 años, a la Academia de San Fernando en Madrid.
Al final de sus estudios, contrajo matrimonio con uno de sus compañeros de estudios, Gerardo Lizárraga, con quien parte a París, Francia, donde residirá durante un año. A su retorno en 1932, se establece en Barcelona, donde ejerce en compañía de su esposo el oficio de dibujante publicitario.
En 1935 se separó de su primer esposo, y conoce al pintor Esteban Francés, quien la introduce al círculo surrealista de André Breton. Una vez familiarizada con el movimiento surrealista, se integra al grupo Logicofobista, que pretendía representar los estados mentales internos del alma, utilizando formas sugerentes de tales estados. Durante su colaboración con este grupo, Remedios Varo pinta L´Agent Double, obra que ya anticipa su estilo reconocido posteriormente.
Durante la guerra civil española, conoce al poeta Benjamín Péret, con quien establece una relación amorosa, y parte por segunda vez a París, ciudad donde residirá hasta la invasión nazi.
En 1941 la pintora y el poeta abandonan la Francia ocupada y emigran a México, país donde gracias a la política del presidente Lázaro Cárdenas de acogida de refugiados políticos, son rápidamente naturalizados y autorizados a desarrollar una actividad laboral.
En 1947 Remedios se separa de Benjamín Péret y parte ese año a Venezuela, como integrante de una expedición científica del Instituto Francés de América Latina. Estando en Venezuela, pudo continuar enviando carteles publicitarios para Bayer, así como trabajar un corto lapso para el instituto de malariología venezolano.
En el año de 1949 retorna a México, donde continuará con su labor de ilustradora publicitaria. Hasta que en 1952 contrae segundas nupcias con el político austríaco Walter Gruen, con quien permanecerá hasta el final de sus días.
Fue Gruen quien convence a Remedios Varo de abandonar sus labores comerciales, para consagrarse totalmente a la pintura.
En 1955, la pintora presenta al público sus trabajos en una primera exposición colectiva, en la galería Diana de la Ciudad de México, seguida al año siguiente de una exposición individual.
Durante su estancia en México, la pintora conoció personalmente a artistas como Siqueiros, Frida Kahlo y Diego Rivera, pero estableció nexos de amistad más fuertes con otros intelectuales en el exilio, en particular la también pintora surrealista Leonora Carrington.
Falleció de un paro cardíaco el 8 de octubre de 1963 en Ciudad de México.
Puede mencionarse que la obra de Remedios Varo posee un estilo característico y fácilmente reconocible. En su obra aparecen con frecuencia figuras humanas estilizadas realizando tareas simbólicas, en las cuales se tienen a la vez elementos oníricos y arquetípicos. Su obra entera está teñida de una atmósfera de misticismo, pero plasmado en las figuras representativas del mundo secular moderno. Su pintura está puntualizada por un marcado interés por la iconografía científica. De allí que en tiempos recientes, las obras de la pintora sean retomadas cada vez con más frecuencia en la literatura de divulgación.
En el año 2000, Walter Gruen donó su colección de obras de Remedios Varo al Museo de Arte Moderno de México. La mayoría de estas obras fueron legalmente compradas a coleccionistas privados que a su vez las habían adquirido legalmente en galerías. Fueron declaradas monumento artístico mexicano el 26 de diciembre de 2001.
Por medio de un extraño movimiento judicial, en ese año la española Beatriz María Varo Jiménez, sobrina y también pintora, es declarada como única y universal albacea de la sucesión de bienes de su tía Remedios Varo.
En marzo de 2005 el Instituto Nacional de Bellas Artes apela el dictamen, el cual se suspende temporalmente en lo que instancias judiciales más competentes revisan el extraño caso.
Cabe señalar que, en vida, la pintora vendió o regaló la mayoría de sus obras, aduciendo que lo que más le importaba era el proceso creativo, no las obras en sí; las cuales, al dejar de pertenecerle, dejaron también, de acuerdo a la ley, de ser parte de su herencia.
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